Este espacio intenta ser un pasadizo que da luz a las pequeñas piezas interiores que conforman quien soy.

martes, 31 de agosto de 2010

Conocerme

Sin el relato de una hoja, el viento no contaría su historia.
Sin el columpio del mar, tampoco conoceríamos su forma.
Y su aroma, sin las mañanas nada emanaría de sus cortezas.

Pero, ¡si hasta el más leve y mudo sigilo, la más perezosa renuncia y la más absurda pobreza anónima de esencia llevan un nombre!.
Un grito ausente, muecas de algo.
El cuerpo que se ondea y pierde su movimiento. Ahí. Justo ahí, también es un epígrafe de algo.
El perfume de sus manos, siempre a la altura de las yemas. Pero que aún secas, aún prensadas y escurridas, pueden gotear algo de ese aroma.
Entonces, incluso así, sin el relato de esa hoja; sin el columpio de esas aguas; sin las mañanas de esas horas…
el viento de todas maneras confesaría.

Y el silencio, aquel que sabe no decir nada; y la abulia, aquella que sabe pasar por ignorada; y el desconocimiento absoluto de exhalación. Todo será anagrama. Sombras de las palabras. Sobras de otros nombres.
Otros verbos.
Y otras voces.
No la mía.
Por lo menos, no hoy.

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