Este espacio intenta ser un pasadizo que da luz a las pequeñas piezas interiores que conforman quien soy.

lunes, 30 de agosto de 2010

Reticencia de imágenes


Cuando la imagen deja de ser para convertirse en verba. Justo en ese momento en el que la mirada da paso al sonido eterno, el ojo ya no permite ser engañado con los trazos; se deja desvestir de los ropajes, permite hacerse nombre.
Y después, ya no hay después.
O por lo menos ese más tarde olvida su inocencia primitiva y aulla por más.
Es que la efigie todo lo calla; todo lo que pudiera decirse, su reserva y desconfianza lo enmudece con colores que agradan a la mirada.
Entonces, el silencio. El sonido de la palabra que cae sobre el cuerpo que escucha.
Y escarba, monda.
Y el río vuelve a fluir, corre apresurado, y arrastra en su andar lo que otros han andado.
Su huella allí está.
Su paso también.
Y el paso de otros pasos que tal vez alguna vez dé.
Y el río corre. Y vuelve a fluir.
La palabra se hace nombre y ya no se deja escurrir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario